Quienes sí hemos tenido cáncer

Por María Paz Domínguez Sánchez

 

A propósito del escándalo que se ha suscitado a raíz de que el convencional Rodrigo Rojas Vade reconoció haber inventado que tenía cáncer, creo que vale la pena tener una conversación respecto de quienes sí hemos tenido cáncer, de como ello afecta nuestra vida y cómo una nueva norma constitucional nos puede ayudar.

Partamos por el estigma social. Quiénes hemos tenido cáncer sabemos que, sí bien es una enfermedad que en general no carga con un estigma social como el que menciona Rojas Vade, sí exige poner la vida en pausa: pausar todos los proyectos que uno tiene, sin saber si los podrá retomar. En general, a quien no tiene cáncer y mira desde fuera, le suena que esto es fácil, sencillo y obvio, pero no lo es. Me tocó estar con quimioterapia (de nuevo) durante el encierro de 2020 y esta vez, por primera vez, el mundo paró conmigo. Quizás con está vivencia compartida para el lector o lectora se hace más comprensible la dificultad e impotencia que se siente cuando uno tiene que suspender su vida y sus proyectos. El cuerpo sencillamente no tiene energía y la mente sigue funcionando al mismo ritmo de siempre. Sin embargo, vale la pena hacer notar que también tenemos que lidiar con un estigma social: el estigma de ser vistas como personas débiles, y créanme, quiénes hemos tenido cáncer somos cualquier cosa menos débiles. Tenemos un cuerpo debilitado, pero somos seres de una gran fortaleza y humildad porque hemos pasado por mucho y nos hemos puesto nuevamente de pie.

He tenido dos tipos de cáncer y he pasado por varias operaciones. He costeado todo con la ayuda de mis amigos y amigas, pero también me he tenido que enfrentar a discriminaciones arbitrarias que van desde que me niegan un crédito hipotecario, hasta que me suben el plan de salud de manera unilateral y que no puedo optar a seguros complementarios ni nada por el estilo.

Este año un banco me aprobó un crédito hipotecario, pero al enterarse de mi historial de salud me negó el seguro de desgravamen. El sistema de seguros ha evolucionado de manera tal que hoy sólo los bancos ofrecen seguros de desgravamen para contratar créditos hipotecarios, y no hay nada más que hacer. Si tienes una historia de salud complicada como la mía y no estás dispuesta a mentir, no puedes comprar una vivienda a través de un crédito. Punto final. Así es el sistema.

También quienes hemos tenido cáncer debemos cuidar nuestra alimentación: hay componentes cancerígenos como la tartrazina y el amarillo crepúsculo en varios alimentos y suplementos alimenticios que venden supermercados y farmacias. Hace poco el dermatólogo me indicó un suplemento alimenticio para fortalecer mi pelo tras la quimioterapia. En una Farmacia Cruz Verde compré una promoción que traía las tres cajas indicadas en una sola caja grande. En la caja grande no se indicaban componentes cancerígenos, sin embargo, las cajas pequeñas sí indicaban que el suplemento alimenticio contiene amarillo crepúsculo. Me di cuenta de ello cuando abrí la caja e inmediatamente traté de devolver la compra. La caja grande estaba abierta pero las cajas pequeñas estaban intactas. La farmacia no quiso deshacer la compra así es que tuve que ir al Sernac y esta institución, básicamente, le pide por favor a la farmacia que sea amorosa y me devuelva la plata.

La farmacia se negó y la institución pública recomendó ir a juicio: ¡Contra la farmacia! Yo, persona natural que ha tenido dos tipos de cáncer, yendo individualmente a juicio contra una farmacia para defender mis derechos. Situación desbalanceada e injusta, por decir lo menos. Y lamentablemente no queda otra que asumir la pérdida en un sistema injusto como el chileno.

Estos son sólo algunos ejemplos de lo que tenemos que vivir quiénes hemos tenido cáncer. Aprovecho este espacio para hacer un homenaje a mi amiga Mariana quien murió de cáncer, porque el sistema de salud público la hizo esperar meses para tener un diagnóstico y, cuando finalmente lo tuvo, ya era muy tarde. Murió en plena pandemia y tuvimos que asistir a su funeral vía Zoom.

Quiénes hemos tenido cáncer y hemos sobrevivido sabemos que uno se cae y, con humildad, es posible levantarse de nuevo. Invito a Rodrigo Rojas a hacer lo mismo. A quedarse en la Convención y usar ese espacio para ser la voz de quienes tenemos que lidiar con este sistema y su discriminación constante. Él ya tiene un espacio político ganado usando como plataforma los derechos de quienes hemos tenido cáncer y creo que su deber ciudadano es aceptar su error, no arrancar, y utilizar el espacio que tiene de manera constructiva. Para eso es necesario, con humildad, levantarse de nuevo y buscar su lugar, tal como lo hemos hecho una y otra vez los y las sobrevivientes del cáncer.

 

*María Paz Domínguez es Directora de Compás Pedagógico Consultores.

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