El proceso es el resultado

Por María Paz Domínguez Sánchez

 

Estamos demasiado acostumbrados y acostumbradas a poner el foco en el resultado sin importar cómo se llega a este y creo que la discusión constituyente que se ha llevado a cabo a lo largo de los últimos meses nos ha mostrado que el proceso es tanto o más importante que el resultado.

Escribo esta columna a propósito de la aprobación del artículo 94 del Reglamento de la Convención Constitucional. Artículo que indica que toda decisión que tome la convención tendrá que ser con la aprobación de dos tercios de sus miembros. Si me lo permite el lector o lectora, quisiera partir con una historia que me permita ilustrar la relevancia del proceso por sobre el resultado, la relevancia que tiene el «cómo» por sobre el «qué» se está haciendo.

Lideré la construcción participativa del plan estratégico comunal de los 13 establecimientos educacionales de Providencia en 2014 y ahí diseñamos una metodología para levantar propuestas de cada uno de los estamentos que componían las comunidades educativas de los distintos colegios de la comuna. Hubo en una primera etapa diálogos estamentales donde cada grupo definía cuáles eran sus más sentidas propuestas para mejorar la educación de la comuna. Organizamos este tipo de diálogos al interior de cada colegio: entre profesores, entre estudiantes, entre apoderados, al interior del equipo directivo y entre asistentes de la educación, para luego pasar a un diálogo inter-estamental y luego a otro inter-establecimientos.

Fue facilitando el diálogo de un equipo directivo que aprendí cuán importante era el proceso. Habíamos definido 5 áreas para levantar propuestas y una vez levantadas cada persona votaba por sus tres primeras prioridades. Cuando diseñamos la metodología asumimos que, por simplicidad, cada uno de estos votos tendría el mismo peso, aún cuando indicaran prioridades distintas… y en terreno me encontré con un equipo directivo que sentía que era más legítimo dar distinto peso a las distintas prioridades. ¿Qué hacer? ¿Me mantengo fiel al diseño original o lo adapto a lo que este grupo está sugiriendo? ¿Qué es más importante? ¿Que todos decidan de la misma manera o que la decisión sea legítima para ese grupo en particular? En ese momento decidí que la metodología tenía que estar al servicio de las personas y no al revés. El equipo directivo priorizó sus propuestas de la manera que a ellos y ellas les parecía más legítima. La forma en que se tomaba esa decisión era mucho más importante que la decisión misma. El lector o lectora se podrá imaginar qué hubiese pasado de haber persistido en que cada voto tenía que pesar lo mismo para la priorización de propuestas: esta última tarea habría perdido toda atención y toda la energía habría girado en torno a la forma de conteo de votos.

Las personas pueden aceptar que su propuesta más querida no sea una de las priorizadas siempre y cuando esta decisión sea tomada en buena lid: de una manera que les parezca legítima y transparente. La decisión sigue siendo colectiva aunque mi alternativa pierda. Es así como el resultado es menos importante que el proceso.

Lo mismo pasa con los dos tercios de la Convención Constitucional. En el acuerdo de noviembre de 2019 se menciona que la Convención tomaría decisiones por dos tercios de sus miembros, pero esta era una decisión tomada por quiénes firmaron este acuerdo y no por la Convención. Igual que en el ejemplo del equipo directivo, esta era una decisión ajena a los convencionales, una decisión ya tomada previamente por un grupo de congresistas con escasa credibilidad en el Chile actual. Un grupo de convencionales no compartía la forma en que se había tomado esa decisión, no así la decisión misma. El problema estaba en el proceso y no en el resultado.

Lo que se logró esta semana fue hacer legítimo el proceso ya que ahora son los convencionales quienes (al igual que el equipo directivo del ejemplo) decidieron cómo van a tomar decisiones de manera colectiva. El resultado es el mismo, lo que cambió fue el proceso.

En este nuevo Chile que está naciendo pareciera que el fin ya no puede justificar los medios. Igual que cuando un estudiante resuelve un problema de matemáticas, aquí el proceso (los medios) se ha vuelto cada vez más importante y cada vez más difícil de diferenciar del resultado. Porque el proceso ES el resultado.

*María Paz Domínguez es Directora de Compás Pedagógico Consultores.