*Por Janis Meneses
La indiferencia de la masa ciudadana con la política ha dado espacio para que aquellos con los intereses más perversos lleguen al poder y puede empeorar. La desidia de algunos es comprensible, pues años de neoliberalismo descarnado han generado personas oprimidas y excesivamente individualistas. Sin embargo, como en toda generalidad existen excepciones, el sistema impuesto no pudo anidarse en todos aquellos que formamos el llamado pueblo chileno.
El proceso constitucional que atravesamos -insípido, lejano y a ratos predecible- se enmarca en un momento desfavorable para la transformación social. Enclaustrarse en la frustración por lo mínimo de avance en la agenda social es una actitud esperable de aquellos que son ignorantes de las condiciones políticas del país, pero totalmente cuestionable para quienes buscamos la transformación. Nos encontramos en un escenario de disputa, con menos aperturas que el anterior, sin embargo, es nuestra tarea identificar las fisuras y avanzar, pues el derrotismo no puede ser una filosofía permanente.
La Convención Constitucional nos dejó aprendizajes y orientaciones que se deben retomar, el avance del debate sobre ciertas temáticas es, a mi juicio, un punto central. El Estado social y democrático de derecho puede ser punta de lanza para los avances de este período, en particular aquello que se ha dicho sobre los derechos sociales. Es de aparente consenso en los sectores más progresistas, que el Estado debe tomar un rol preponderante en la provisión de algunos derechos como educación, salud, vivienda y seguridad social, poniendo en clara tensión la idea de la subsidiariedad, siendo esto último donde la derecha y la élite chilena no tendrán reparos en buscar cómo mantenerla, algo así como un «Estado social subsidiario», oxímoron mediante.
En este contexto debemos, por un lado, dejar la fantasía de esperar que la propuesta constitucional que se está gestando contenga el espíritu de aquella escrita por la Convención Constitucional, pues en su origen y composición orgánica quienes están hoy en esa tarea carecen de la diversidad y pluralismo que entrega la democracia. Y por otro, es imperante sacudirse el silencio y marginalidad donde nos quieren mantener, pues los años de construcción colectiva de cómo transformar el país requieren de nuestra voz. El debate sobre el rol del Estado y nuestros derechos no es posible sin la intervención de quienes estamos por defenderlo.
Nos encontramos en un escenario con menos posibilidades de incidencia que el proceso pasado, enfrentando un avance del conservadurismo que a momentos ansía autoritarismo, en un ambiente de desorientación y cabe preguntarse: si no fuimos capaces de lograr que se aprobara la propuesta constitucional, qué nos hace pensar que tuviéramos posibilidad alguna de impugnar un proceso completo en un escenario de división radicalizada.
Las condiciones para que este momento termine de manera favorable no están dadas, debemos construirlas, pues mantenernos impávidos frente a la injusticia no traerá resultados positivos para el bien común.
*Janis Meneses es exconvencional constituyente por el distrito 6 (Región de Valparaíso).