Un 60% del electorado en Chile no votaría por la ultraderecha

El estudio que caracteriza la postura frente a la ultraderecha en Chile, Argentina y Brasil señala que en Chile, si bien está creciendo el apoyo, la mayoría de la población no votaría por Kast. 

 

Esta mañana se presentó el estudio “Apoyo y rechazo a la ultraderecha: Estudio comparado sobre Argentina, Brasil y Chile”, el cual arrojó que un 30% del electorado en los tres países está a favor de la ultraderecha y un 60% en contra

El documento fue comentado por Cristóbal Rovira, uno de los académicos a cargo del estudio, y la expresidenta Michelle Bachelet. 

En la presentación de resultados, Rovira explicó que existen dos tipos de partidos de ultraderecha: la derecha populista radical, la cual se plantea como democrática pero critican y atentan contra sus instituciones, y la extrema derecha, que es abiertamente autoritaria

La extrema derecha no genera mucha adhesión precisamente por ser autoritarios, pero sí ha crecido el electorado de la derecha populista radical. “Si bien se presentan como democráticos, atentan contra componentes del sistema. Así facilitan un proceso de muerte en cámara lenta del sistema democrático”, señaló Rovira. 

En Chile, el 60% de los encuestados manifestó que no votaría por José Antonio Kast. Al respecto, el cientista político señaló que es necesario estudiar a ese sector. “Una de las tareas es mapear esa diversidad, lo más probable es que haya votantes progresistas pero también conservadores que pueden decir soy de derecha, pero no de esa derecha”, expresó Cristóbal Rovira. 

Gráfica disponible en el estudio «Apoyo y rechazo a la ultraderecha»

Sobre este punto el estudio hace un alcance en el que en latinoamérica existen las segundas vueltas presidenciales. Y en esos casos puede que alguien que no haya votado por la ultra derecha en primera vuelta, si lo haga en la segunda, como un voto de castigo a los partidos tradicionales. 

 

Perfil de los adherentes y detractores de la ultraderecha

Uno de los principales hallazgos del estudio es que no existe un votante “tipo” de la ultraderecha en América Latina, siendo uno de los pocos puntos en común la sobrerrepresentación del voto evangélico. Por ejemplo, en Argentina los votantes de la ultra derecha son jóvenes y de clase baja, mientras que en Brasil y Chile son de clase media.

En cuanto a las diferencias por género, el apoyo a Milei y Bolsonaro es principalmente de hombres, mientras que en Chile el voto por Jose Antonio Kast no tiene diferencias marcadas entre hombres y mujeres. 

Si bien en aspectos sociodemográficos los votantes presentan diferencias, si existe una alta coherencia ideológica. Los votantes de Milei, Kast y Bolsonaro apoyan el libre mercado, restringir la migración, posturas anti aborto, no apoyan la democracia y son conservadores en temas morales

¿Qué hacer desde el progresismo?

Por su parte, la ex presidenta Michelle Bachelet comentó respecto a cómo enfrentar, desde los sectores progresistas, este avance de la ultra derecha. “La ultraderecha le habla a la emoción y al miedo, a la inseguridad y la incertidumbre, esa narrativa le importa a las personas, sienten que los entienden”, señaló. 

Ex presidenta Michelle Bachelet en la presentación del estudio

En ese sentido, señaló que el progresismo tiene un discurso más racional, que no le hace tanto sentido a la gente. Y que para recuperarlo es necesario volver al territorio. “La gente ya no tiene confianza en las instituciones, en políticos ni en los parlamentarios (…) Hay que estar con las personas y conversar con un lenguaje normal, hablar de las temáticas que a la gente le importa”, explicó la ex presidenta. 

“Es necesario que la izquierda y centroizquierda se una, que tengan candidatos únicos y una propuesta para una vida mejor, una vida con respeto y dignidad”, manifestó Michelle Bachelet. Y agregó que la política necesita entregarle esperanza a las personas, puesto que la sociedad está extremadamente desconfiada o desesperanzada, no solo por la política sino otros temas como el cambio climático. 

En ese sentido, la ex presidenta concluyó que “hay que hacer promesas que se puedan cumplir, para recordar que la democracia es un sistema que mejora la vida de las personas”.

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