Vanessa González Peña, Organización Migrantas
En la compleja realidad que viven las comunidades migrantes en Chile actualmente, son las mujeres, niñeces y diversidades sexo-genéricas las que experimentan mayores impactos producto de la violencia y la ausencia de protección por parte del Estado.
Existen múltiples formas de violencia que afectan nuestra integridad, entre las que podemos enumerar: la violencia institucional, reflejada en la falta de acceso a servicios esenciales y discriminación en las instituciones públicas; la violencia laboral, caracterizada por condiciones precarias, de explotación y acoso en el trabajo y/o el no reconocimiento de nuestras labores de cuidado; la violencia de género, que incluye la violencia sexual -agravado por la falta de pertinencia lingüística y cultural en los apoyos-; la violencia xenófoba y racista manifestada en la vida cotidiana; la violencia psicológica y simbólica, que suma el estrés e inseguridad por el estatus migratorio, la separación de las redes familiares y la negación de nuestra identidad cultural; y la violencia política, donde las mujeres activistas pueden enfrentar represión por su labor en defensa de los derechos de su comunidad.
La política Nacional de Migración y Extranjería (2023) reconoce que “una persona en condición irregular es altamente vulnerable a las organizaciones delictivas que se dedican a la trata de personas y al tráfico ilícito de migrantes. Tratándose de mujeres migrantes, el contexto de irregularidad implica mayores riesgos de experimentar violencia de género y costos económicos y sociales”.
Las mujeres migrantes -en particular quienes están en situación migratoria irregular- y las mujeres solicitantes de refugio enfrentan una realidad de profunda precarización y vulnerabilidad social. Los desplazamientos forzados y las adversidades que las obligan a migrar se ven intensificadas en los países receptores, ya que los Estados, a través de políticas de criminalización y securitización, han levantado muros invisibles que complican aún más la vida de quienes buscan refugio o regularización.
En Chile, desde hace algunos años se han puesto barreras para el acceso a la regularidad migratoria y la garantía de derechos fundamentales; y hoy día, estamos ante un escenario donde no hay voluntad política para regularizar a quienes ya han participado en el empadronamiento biométrico y cumplen con los requisitos para poder hacerlo y además se legislan leyes para menoscabar nuestros derechos en un sentido muy amplio.
Este panorama ha dado lugar a un ambiente anti-migratorio que minimiza o impide mecanismos efectivos de ingreso regular al país, que no cumple los estándares de protección internacional por no garantizar el derecho al refugio y que además contradice la regularidad migratoria como principio de la propia Política Nacional.
A lo anterior, se suma la grave preocupación por los recientes proyectos de ley que se pretenden aprobar en el Congreso: más de una decena de proyectos que buscan eliminar cualquier posibilidad de regularización migratoria y disminuir los derechos de las personas migrantes y refugiadas en general, amenazando con erosionar principios esenciales de derechos humanos que son universales.
Ante este contexto, las organizaciones de la sociedad civil compuestas por mujeres migrantes y refugiadas buscamos visibilizar las realidades a las que nos enfrentamos para vivir vidas libres de criminalización, violencia, racismo y xenofobia. Para ello promovemos redes de apoyo entre agrupaciones para el resguardo de nuestros derechos humanos, realizamos acciones de incidencia para denunciar la violencia político-institucional, luchamos por la regularización migratoria, porque se nos reconozca como sujetas de derecho en la práctica, y por condiciones dignas en nuestras labores de trabajo y cuidados.
La situación de las mujeres migrantes y refugiadas en Chile requiere una respuesta integral que promueva el respeto, la inclusión y la justicia. Es urgente unir fuerzas entre comunidades y organizaciones para enfrentar estos desafíos que ponen en riesgo la democracia y la humanidad en Chile. ¡Nuestros derechos no son invisibles! ¡Las mujeres migrantes y refugiadas existimos!
*Las opiniones vertidas en las columnas son de responsabilidad de su autor o autora y no del medio La Neta