*Por Paula Salvo
Este 10 de diciembre se conmemoraron 74 años desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento histórico que reconoció la universalidad de los derechos humanos y la igualdad de las personas.
La frase “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” ha sido una fuente de inspiración para que millones de personas en el mundo nos movilicemos para dotar de sentido y fuerza estas palabras para hacerlas realidad, a pesar de las opresiones, desigualdades y discriminaciones que vivimos.
Seguimos pensando que los derechos humanos permiten concretar los ideales de dignidad, libertad y justicia para mujeres, indígenas, disidentes, con discapacidades, pobres o pertenecientes a cualquier grupo o colectivo ubicado en la categoría de “los y las condenados en la tierra”.
Aún para quienes ingresamos de manera fragmentada o precarizada a la universalidad e igualdad en materia de derechos humanos, la Declaración sigue siendo un referente. En 30 artículos y en múltiples frases, se plasmó un enunciado completo: los derechos humanos no deben ser vulnerados y se debe exigir su cumplimiento por parte de los Estados.
Dos días después de un nuevo aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el 12 de diciembre de 2022 se firma el “Acuerdo por Chile”, compromiso que aunó el consenso de un amplio grupo de partidos políticos, parlamentarios/as de ambas Cámaras e integrantes del Poder Ejecutivo para dar curso a un nuevo proceso constituyente.
Desde una perspectiva política-coyuntural, el Acuerdo puede ser analizado desde distintas aristas: si fue lo menos malo que se pudo conseguir, sí recoge o no el mandato popular, sí los bordes son o no cortapisas para la soberanía popular, y así suma y sigue.
Considerando que los derechos humanos constituyen la base de cualquier Estado que coloque la dignidad de las personas al centro de su quehacer, el nuevo texto constitucional deberá superar los déficits de derechos humanos del actual, elaborado y ratificado en el contexto de una dictadura cívico militar. El proceso constituyente sigue siendo una oportunidad para avanzar sustantivamente en la promoción y protección de los derechos humanos, en especial de los derechos de las mujeres.
*Paula Salvo es abogada de Corporación Humanas.
Lindas palabras, lamentablemente expresadas por alguien cuya ideología es someter a los pueblos para convertirlos en miserables esclavos, con frecuencia viviendo dentro de una gran cárcel. Vaya a pedir algún derecho en Cuba.
Pida comida, vida vivienda, vida lo más básico de atención hospitalaria y se va a la cárcel.
¿Como es posible que haya gente que conociendo esta realidad continúe por el sendero de la izquierda radical?
Comprensible es para las legiones de mercenarios pagados por la revolución que además son mantenidos con promesas de ocupar cargos de importancia, con poder, donde podrán abusar libremente y sin consecuencias de cualquier otro ser, animal y hasta planta, porque la ecología ciertamente no existe en esos países.
¿Como hay gente estúpida que habla de derechos humanos cuando su ideología los desconoce?
Cómo es posible que la gente considere un derecho humano una prestación obtenida con dinero, es decir del capitalismo…. derecho es a pensar, a vivir, pero no algo material, salvo la propiedad.
Eso se aprecia claramente revisando las constituciones de países como Cuba o Venezuela que prometen comida, educación, vivienda y sin embargo la gente no tiene nada de eso. Ciertamente no correspondería hablar de derecho, sino que de aspiración en la medida que el país tenga un buen gobierno y cuando el gobierno es de asesinos, como es el caso de los comunistas, el país no anda y por lo tanto no puede haber bienes materiales.