*Por Carolina Rubilar Lozano
La semana recién pasada, la Dirección General de Aguas (DGA) confirmó que la familia Luksic desvió, canalizó y acumuló agua ilegalmente, durante 15 años en la comuna de Paihuano, a través de la empresa El Cerrito. Por lo anterior, se cursó una multa contra la empresa de 60 millones de pesos.
La comuna de Paihuano pertenece a la Provincia de Elqui, ubicada en la Región de Coquimbo, y enfrenta la sequía más grande de los últimos 40 años. Mientras la empresa El Cerrito desviaba, canalizaba y acumulaba agua ilegalmente, los pequeños agricultores recibían agua solo los domingos.
Con esta noticia, recordé al querido Pedro Lemebel, cuando decía que le parecía “obscena, esa glotonería de tanto tener”. ¿Por qué una familia con el patrimonio de la familia Luksic decide robarle el agua a una comunidad completa? ¿Por qué la justicia y los medios de comunicación hablan de que hubo una apropiación ilegal y no un robo? Me atrevo incluso a ir más allá, a una interpretación que sé nunca tendrán los tribunales de justicia, pero que me parece de toda lógica humana y moral: ¿por qué apropiarse ilegalmente –robar– agua a una comunidad, en plena crisis hídrica no es considerado un crimen de lesa humanidad?
De acuerdo a lo estipulado por la Corte Penal Internacional y la Organización de las Naciones Unidas, los crímenes de lesa humanidad “engloban los actos que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. Me parece que una comuna completa y 15 años, coinciden con ser ataques generalizados y sistemáticos. Por otra parte, el Estatuto de Roma, instrumento que tipifica cada uno de los delitos que constituyen crímenes de lesa humanidad, menciona un listado de delitos, en donde finalmente incluye aquellos “actos inhumanos que atenten contra la integridad de las personas”. ¿No atenta contra la integridad de las personas, el racionamiento del agua, privándoles de condiciones dignas, salubres y justas de vida?
Esta práctica, que me parece a lo menos obscena y glotona, además de inhumana, le costó a la familia responsable 60 millones de pesos. El vuelto del pan, para los Luksic, la familia con el patrimonio más millonario de Chile, cercano a los 22 mil millones de dólares, según el ranking Forbes.
*Carolina Rubilar Lozano es integrante de la Coordinadora Feminista 8M