Por Haydee Oberreuter y Juan René Maureira
El sábado 4 de septiembre, el periódico “La Tercera” publicó una columna titulada “Un Chile que defrauda y revictimiza”, firmada por Álvaro Paúl, en su calidad de profesor de Derecho Internacional y DD.HH. En el texto, el autor esgrime una serie de argumentos en contra del levantamiento del secreto sobre los archivos y antecedentes de la Comisión Valech, y sobre la base de suposiciones sobre la subjetividad de las víctimas se permite decir que entre los motivos para no conocer los detalles, estaría “librar a sus familiares de una vida llena de odio”. ¿Con qué legitimidad se permite representar o “imaginar” en un medio de comunicación de amplia difusión nacional, los motivos que tendrían las víctimas? Precisamente, es esa histórica negación, silenciamiento, suplantación y falseamiento que -peor aún, en nombre de las víctimas- la que “defrauda y revictimiza”.
El autor omite que la posibilidad de hacer público su expediente (no su caso), es una conquista de las organizaciones de víctimas, que después de mucho esfuerzo lograron un cambio de interpretación que les permitió solicitarlas. Además, esas mismas organizaciones impulsan desde el mismo 2004 iniciativas legales de carácter nacional e internacional para la eliminación del secreto. En su interpretación original, el secreto ni siquiera permitía que las propias víctimas los solicitaran. Por otro lado, no menciona que ni siquiera el Poder Judicial puede consultar los antecedentes en el ejercicio de la obligación del Estado de investigar y sancionar a los perpetradores de estos graves crímenes de lesa humanidad. ¿Qué puede ser más revictimizante que, recopilando información valiosa sobre los hechos y reconociendo la verdad ante las víctimas, al mismo tiempo el propio Estado niegue a las víctimas la posibilidad de acceder a dicha información para ejercer su derecho a la justicia?
Finalmente, el autor plantea una serie de preguntas que, conversando con las víctimas y con la propia experiencia internacional, sabrá que tienen respuestas razonables. Es decir, los mecanismos existen. Lo que no tiene respuesta razonable es -una vez más- asumir la posición de las víctimas, e incluso defenderla en su nombre, sin siquiera primero consultarles. Se permite incluso insinuar que es deber de las organizaciones de víctimas el darle publicidad cuando bien debería saber que las obligaciones con relación a los principios de Verdad y Justicia son obligación del Estado, no de las víctimas.
El Chile que defrauda y revictimiza es aquel que avala el secretismo y el negacionismo, es aquel que niega e ignora la voz de las víctimas, y en su nombre, se permite sostener la obstrucción de la justicia, la impunidad, y abandonar sus obligaciones respecto a los crímenes que el propio Estado cometió. Le invitamos a dialogar con las víctimas y sus organizaciones, y comprenderá que el Chile que dignifica y resarce el daño causado, es aquel que -en primer lugar-, escucha a las víctimas e integra sus propuestas, es aquel que frente al reconocimiento del pasado, difunde el testimonio de las víctimas que antes era negado, y ejerce su obligación legal de hacer justicia y sancionar a los perpetradores. Un Chile que dignifica y se compromete con la no repetición, es aquel que se funda sobre la plena verdad y transparencia ante las víctimas y la sociedad en general.
*Haydee Oberreuter es dirigenta de Derechos Humanos y sobreviviente de prisión política y tortura.
*Juan René Maureira, profesor en Justicia Transicional y Políticas de Memoria.