Victoria Hurtado, subdirectora de Corporación Humanas
A 51 años del golpe de Estado, Chile merece sanar sus heridas y fortalecer su institucionalidad democrática.
El Plan Nacional de Búsqueda impulsado por el actual gobierno constituye una oportunidad de demostrar con hechos a las y los familiares de detenidos desaparecidos que el Estado de Chile y a través de él, todos y todas nosotras, nos hacemos cargo de hacer todo lo posible por encontrar la respuesta a la pregunta que por 51 años han esperado: ¿Dónde están? Encontrar esta respuesta debería ser un clamor nacional.
La memoria es un cuidado colectivo, ya que nos permite no volver a recorrer caminos que han provocado tanto daño en la esencia nacional. La memoria del país se construye y se disemina a través de espacios concretos que se transforman en símbolos de esa memoria y que deben ser preservados. La memoria permite también responder colectivamente a aquellos discursos que intentan relativizar el horror vivido y reivindicar a figuras que solo deben ser repudiadas por la violencia ejercida contra miles de personas en el país. El Nunca Más debería ser un clamor nacional.
Los horrorosos hechos cometidos durante la dictadura cívico-militar fueron realizados con el poder del Estado, aquel que las generaciones anteriores construyeron para gestionar el bien común y fortalecer a nuestra nación. Ello nos daña a todas y todos, y nos sigue dañando cuando conocemos hechos que nos muestran aún en democracia que nuestro Estado no ha logrado retomar, sin retrocesos, la senda del bien común y no de unos pocos. Las reformas para fortalecer la eficacia y autonomía de los poderes del Estado son urgentes y deberían ser un clamor nacional.
En estos días recordamos también a las miles de mujeres que fueron víctimas de violencia política sexual por parte de agentes del Estado durante la dictadura cívico-militar en cuyo reconocimiento y reparación el país sigue en deuda, como lo sigue también con las miles de mujeres víctimas de violencia en el país. El establecimiento de la verdad, la impartición de justicia, la reparación de las víctimas y las garantías de no repetición no solo permiten enfrentar la generalizada impunidad que ha caracterizado estos crímenes, sino que también contribuyen a una cultura de respeto a los derechos humanos y a la prevención de la violencia contra las mujeres, tratándose de medidas urgentes para evitar su repetición en el tiempo. La erradicación de la violencia hacia las mujeres y las niñas debería ser un clamor nacional.
Vienen tiempos de elecciones y la violencia, los discursos de odio y la degradación de la política debieran quedar fuera de la ecuación. Las diferencias deben ser planteadas sin efectismos engañosos, sino con honestidad, de modo que la población pueda optar por los caminos de desarrollo que legítimamente los distintos sectores políticos ofrecen al país. Más y mejor democracia debería convertirse en un clamor nacional.
Columna publicada en Diario U. Chile
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