Fabiola Gutiérrez, encargada de comunicaciones de Corporación Humanas
París fue el epicentro de atención de las últimas semanas. Vimos el arte del deporte cobrar protagonismo por las disciplinas que compitieron y también en la diversidad de los países que la ciudad acogió.
Me permito reflexionar sobre algunas situaciones. Una de ellas es celebrar la destacada participación del Team Chile, mostrando que el fútbol no es el único deporte que nos representa. También en las historias que hay detrás de cada deportista y todo lo que permitió que los Juegos Olímpicos 2024 fueran, por primera vez, con paridad de género. De 10.500 deportistas en total, hubo 5250 varones y 5250 mujeres, una proporción histórica.
Sin duda hay otros hechos de especial interés para observar y comentar. El regreso de una grandiosa Simone Biles, la gimnasta norteamericana que volvió al deporte olímpico luego de retirarse de los juegos de Tokio en 2020 por cuidar su salud mental. Cuando a las mujeres se nos pide estar siempre compitiendo con otras, hay un acto de generosidad con ella misma donde prima su autocuidado. Y eso, al contrario de lo que se creía, no la hizo terminar con su carrera, sino que mantiene su excelencia deportiva, aun cuando es una superviviente del depredador sexual Larry Nassar.
Además, Biles es una gimnasta que empatiza con otras, que junto a su compañera Jordan Chiles, realizaron una reverencia a la atleta brasileña Rebeca Andrade tras ganar el oro. Esta será una de las imágenes más icónicas de los juegos olímpicos, pues no es normal ver tanto apoyo entre deportistas que están compitiendo.
Sin embargo, los juegos olímpicos tuvieron algo de dulce y agraz. No menor fue la polémica en torno a la boxeadora argelina Imane Khelif en competencia con la italiana Angela Carini. Esta última, al recibir un golpe fuerte en la cara, decidió retirarse de la competencia, lo que provocó que los discursos de odio y la desinformación, de la cual se hicieron parte muchos medios de comunicación, personas con voz pública y autoridades, circulara masivamente en las plataformas sociales.
Las descalificaciones y mentiras hacia Khelif fueron desde que biológicamente era un hombre “haciéndose pasar por mujer” y no había competencia en igualdad de condiciones o juzgaron sus supuestos niveles elevados de testosterona. Todo esto fue desmentido. Imane Khelif es una mujer cisgénero y, para respaldarlo, incluso tuvieron que mostrar su partida de nacimiento y pasaporte. Pero la mala información circuló profusamente y muy pocos se hicieron cargo de las mentiras que habían difundido.
¿Quién repara el daño de una deportista? ¿Cómo alentamos a que los medios de comunicación sean responsables en sus contenidos? ¿Qué hacemos frente a los discursos de odio generalizados en Internet? Son preguntas que nos invitan a reflexionar y pensar en las respuestas adecuadas, porque los bulos que desinforman se dan en este y otros espacios. La boxeadora argelina, medallista de oro, pidió por redes sociales que cesara el bullying hacia atletas ya que esto «puede destruir a las personas».
Volviendo a la realidad chilena, no se puede obviar la portada del medio nacional LUN sobre la medalla de oro que obtuvo la deportista Francisca Crovetto en el tiro Skeet. Cuando los tenistas Fernando González y Nicolás Massú ganaron el oro el medio titulaba “Esto jamás lo olvidaremos” y, sobre Francisca la portada fue “La celebración íntima de Francisca Crovetto” destacando una cita donde ella habla sobre tener hijos. Cuán fácil hubiera sido titular como “Primera mujer en ganar medalla de oro en la historia de Chile” y/o “Francisca Crovetto: la tiradora que conquista el primer oro para Chile”.
Lo anterior es la naturalización de cómo somos vistas las mujeres, relegadas al lugar privado y no el espacio público, a que nuestras prioridades sean la familia y no nuestras carreras o metas personales. Esa es la misoginia y sexismo a la que nos exponemos a diario. Resulta fundamental que los medios de comunicación traten a las y los deportistas de manera igualitaria, celebrando sus triunfos y esfuerzos.
A pesar de los avances en estos juegos olímpicos 2024, preocupa que persistan los discursos transfóbicos, la desinformación y el sexismo. Promover una cultura de respeto, inclusión y cero tolerancia a cualquier forma de discriminación o violencia, adoptando políticas firmes contra los discursos de odio, la desinformación y el sexismo, tanto del Comité Olímpico Internacional, como los medios de comunicación y las plataformas sociales, fortalece el intercambio de buenas prácticas en el deporte. Esto no solo beneficia a los y las deportistas, sino a todo el mundo que tuvo sus ojos puestos en este evento.