Lo que mi (fallido) acercamiento a la Comisión de Participación Popular me enseñó sobre procesos participativos

Por María Paz Domínguez(*)

Tengo que partir esta columna diciendo que hace ya 7 años que me dedico a diseñar y ejecutar procesos participativos. Primero lo hice como consultora independiente donde lideré un proceso participativo que involucró a 12.000 personas de todos los estamentos de los colegios públicos de una comuna de la RM y también me ha tocado asesorar en estos temas a comisiones presidenciales y a una fundación en la actualización participativa de la Política de Buen Trato de JUNJI.

Por motivos que ahora no vale la pena detallar, en 2018 decidí formalizar mi trabajo y para ello fundé una empresa que se dedica al liderazgo, participación y ciudadanía. El propósito de esta empresa es construir un mundo más amable y, sin ir más lejos, el primer semestre de este año estuvimos apoyando el rediseño estratégico de dos colegios en Antofagasta. En estos tiempos constituyentes la necesidad de participación se está haciendo evidente en distintas comunidades y organizaciones.

Hago este relato sólo para hacer notar que hasta ahora me ha tocado estar del lado de quién diseña y ejecuta procesos participativos y no de quién intenta participar. Recientemente, en un fallido acercamiento, me tocó estar del otro lado: intenté sin éxito participar de las audiencias públicas de la Comisión de Participación Popular de la Convención Constitucional. Escribo esta columna para compartir lo que esta experiencia me enseñó sobre la siempre difícil tarea de diseñar un proceso participativo que sea legítimo para todas las partes involucradas.

Partamos con un breve relato de los (siempre porfiados) hechos:

  1. Ante la convocatoria a audiencias públicas, el día 7 de agosto envié una solicitud de audiencia para poder compartir con la comisión lo que he aprendido de participación en estos 7 años.
  2. El día 10 de agosto recibí un mensaje de la coordinadora de la comisión donde acusaba recibo de mi solicitud. En este mensaje me enteré que habían recibido muchas más solicitudes de las que esperaban así es que harían un sorteo.
  3. El día 11 de agosto se hace el sorteo y mi empresa sale seleccionada.
  4. El día 12 de agosto se hacen algunos ajustes a la selección de organizaciones que asistirían a las audiencias públicas y ahí se menciona que hay reparos respecto de la solicitud de mi empresa por parte de dos convencionales. Ante ello la coordinadora dice haber revisado mi solicitud de audiencia y menciona que la mesa considera que mi solicitud es pertinente. Tras esto yo me doy por enterada que mi participación estaba siendo polémica, pero que había sido finalmente aceptada.
  5. Ya era 12 de agosto y yo seguía sin saber cuándo me tocaba presentar. Escribí entonces, los días 13 y 14 de agosto, desde mi mail institucional al mail institucional de la coordinadora de la comisión preguntando cuándo me correspondía presentar, en ambas ocasiones sin recibir respuesta. Ante este silencio me contacté por Twitter con un convencional que participa de esta comisión, para saber qué pasaba. Me dijo que estaban superados con tanta participación e información y que enviarían las citaciones correspondientes a la brevedad. Le agradecí su amabilidad en responder y seguí esperando.
  6. Mientras tanto empecé a preparar mi presentación, existía la posibilidad de que me citaran con muy poca antelación y quería estar preparada.
  7. El día 17 de agosto recibí un mail a la cuenta genérica de mi empresa desde una cuenta genérica de la convención diciendo que mi solicitud había sido rechazada e invitándome de todos modos a enviar una propuesta por escrito para que sea revisada por las subcomisiones correspondientes.
  8. Respondo desde una cuenta genérica a otra y también envío el mismo mensaje desde mi correo institucional al correo institucional de la coordinadora de la comisión. Aquí menciono los hechos descritos en los puntos previos y hago referencia a la sesión donde ella respalda mi solicitud como pertinente.
  9. Ella me responde diciendo que si bien era pertinente después hubo un sorteo y mi empresa no salió seleccionada.
  10. «¿Otro sorteo?», pregunto de vuelta y pido que por favor me cuente cuándo y por qué se tomó esta decisión.
  11. Todavía no tengo respuesta ni de ella ni del convencional al que contacté por Twitter.

Estar del otro lado de un proceso participativo me ha hecho comprender cuatro lecciones que creo que son relevantes de destacar para que sean consideradas en lo que resta del trabajo de la Convención, si es que esta quiere mantener un carácter participativo:

1. Siempre prepararse para una alta convocatoria y participación. Incluir mecanismos formales de apelación

Porque es la legitimidad lo que está en juego, resulta de la más alta relevancia contar con un camino trazado antes de convocar y luego apegarse a él. Diseñar un proceso con filtros y pasos consecutivos así como los y las convencionales que estarán involucrados en cada paso del proceso. Las personas pueden esperar su turno sin problemas en la medida en que conozcan el proceso y sientan que éste es justo. Si se abre un proceso participativo el único filtro aceptable es la pertinencia temática y de experiencia de quién quiere participar, cualquier otro filtro es arbitrario.

2. Cuidar la dignidad y el interés de quién se acerca a participar.

Responder a consultas y solicitudes es una manera de cuidar la dignidad de quién quiere participar, no hay nada peor que el silencio en los procesos participativos ya que es rápidamente interpretado como indiferencia. Resulta humillante para quien no recibe una respuesta. Quién quiere participar siente que tiene algo valioso que decir y no recibir una respuesta lo o la invisibiliza, dañando su dignidad. En mi caso, por ejemplo, revisé todos los días y varias veces al día la carpeta de correo no deseado por si ahí hubiera una respuesta, para finalmente recibir una respuesta al correo genérico de mi empresa y no a mi correo personal. Sin ir más lejos, estoy escribiendo esta columna como una manera constructiva de restituir mi propia dignidad tras esta experiencia.

3. La incertidumbre genera sospecha.

En un país con un tejido social tan debilitado como el nuestro, hace falta muy poco para que se gatille la desconfianza y la sospecha. ¿Por qué no me responden? ¿Será porque postulé como empresa y eso provoca recelo? ¿Será porque encuentran que mi experiencia no es relevante aunque yo creo que sí lo es? Para evitar este tipo de suspicacias resulta fundamental tener un proceso diseñado, respetarlo y que este sea conocido por todas las partes.

4. Que el espacio participativo sea uno de reconocimiento y encuentro ya que es en estas interacciones donde estamos construyendo una nueva manera de relacionarnos.

Si una solicitud es rechazada ese debe el fin de la historia. No se puede intentar sustituir el rechazo de una presentación pidiendo que se envíe material escrito que «será revisado» por subcomisiones. Enviar propuestas por escrito requiere de mucho más trabajo que hacer una presentación con los titulares y además hay una baja probabilidad de que el material termine siendo revisado. Este «premio de consuelo» sólo invisibiliza más a quién lo recibe ya que entorpece el reconocimiento que un proceso participativo trae como promesa.

*Es directora de CompásPedagógico Consultores.

Un comentario de “Lo que mi (fallido) acercamiento a la Comisión de Participación Popular me enseñó sobre procesos participativos

  1. Maria Teresa dice:

    En reiteradas oportunidades se repite el esquema de los 4 puntos. En pocas oportunidades existe la posibilidad de restituir la dignidad, entre otras. Maltrato, mala atención, letra chica, uso de lenguaje inadecuado, cambiar las normas, escribir. Finalmente como ciudadano quedas anulado, invisible, maltratado. Y así vives experiencias día a día.

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