La televisión abierta le pasó el micrófono a los mismos de siempre

*Por Carolina Rubilar Lozano

 

Recientemente, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) publicó un estudio acerca de la presencia de temas y voces en televisión durante la campaña por el plebiscito de salida hacia una nueva Constitución. En este trabajo, se midió la cobertura de la televisión abierta entre el 1 de agosto y 3 de septiembre del presente año, poniendo especial énfasis en la pregunta por el pluralismo.

 

De los datos proporcionados por el CNTV, lo primero que llama poderosamente la atención, es la desproporcionalidad en el tiempo otorgado en televisión abierta para los partidos políticos, en relación a las organizaciones de la sociedad civil. Los primeros tuvieron el 61,6% del total de voces presentes en pantalla, en noticieros centrales, matinales, programas de conversación política, informativos matinales de fin de semana y programas temáticos. 

 

En contraste, las organizaciones de la sociedad civil tuvieron solo un 2,2% del tiempo en pantalla durante el mismo período; y en los mismos programas televisivos. Es decir, pese a que la Convención Constitucional tuvo una mayor composición de constituyentes independientes provenientes del activismo socio-ambiental, asambleas territoriales y organizaciones feministas (cerca del 64%), los canales de la televisión abierta, decidieron cerrar el debate democrático y mantener en sus parrillas la hegemonía histórica de los partidos políticos tradicionales.

 

Junto con lo anterior, y demostrando un sesgo determinante en la representación de los medios de comunicación, otra mala costumbre que se mantuvo durante la cobertura de este proceso histórico fue la preeminencia de voces masculinas. Un claro ejemplo de esto es que en los programas de conversación política los varones se tomaron el 63,2% del espacio. Para este problema, que no es nuevo, siempre existió la explicación, que a estas alturas parece excusa, de que existía menos presencia de mujeres en los medios porque proporcionalmente eran menos en espacios de toma de decisiones. Sin embargo, la Convención Constitucional fue el primer órgano paritario de la historia de Chile y llegó a ser presidido por dos mujeres.

 

Es mayor aún la extrema desigualdad en las cifras que hablan acerca de la presencia de pueblos originarios, la que fue solo de un 3% en la totalidad de los minutos considerados en el estudio. Así como también resulta incomprensible que las y los convencionales tuvieran una presencia del 8,3% en programas de conversación política, privilegiando voces provenientes del Congreso, cuando se podría haber contemplado precisamente que estos espacios, en vísperas del plebiscito, contribuyeran a explicar la propuesta, sus implicancias y normas transitorias por quienes participaron de su redacción.

 

Desde diferentes sectores políticos, principalmente desde aquellos vinculados a los partidos tradicionales, se ha apuntado que la derrota del Apruebo se debe al rol y propuestas vinculadas a los pueblos originarios, las fuerzas independientes e incluso el movimiento feminista. Sin embargo, no se les dio el espacio suficiente en la televisión abierta para poder extenderse en todos los avances en materia de derechos sociales, paridad, democratización del sistema político, descentralización y también plurinacionalidad, aquellos artículos en la propuesta constitucional que les implicaban directamente. En televisión abierta la propuesta constitucional fue ampliamente presentada y discutida por los mismos de siempre.

 

Las razones de este tratamiento pueden ser variadas, la propiedad de los medios es claramente una de ellas. ¿Quiénes son los dueños de los medios de comunicación en Chile? ¿A qué sector o sectores responden? ¿Qué rol juega la televisión pública en las democracias contemporáneas? ¿Qué diferencia cabe entre la televisión abierta y la privada? ¿Qué voces, qué cuerpos, qué experiencias son visibles en televisión? ¿Cuáles son omitidas, negadas o estigmatizadas? Preguntas que se abren y que nos invitan a conversar sobre las comunicaciones como un asunto político fundamental para el camino y horizonte de nuestra democracia.  

 

*Carolina Rubilar Lozano es integrante de la Coordinadora Feminista 8M