*Por Alonso Calderón Mery
Desde la conformación del llamado “Partido de la Gente” (PDG) se le ha dado legitimidad a lo que sus miembros llaman “democracia digital”. Esta sería el uso de herramientas digitales para instalar temas en la agenda política y pública, como también la consulta de asuntos relevantes de la contingencia a través de votación electrónica, la que luego es legitimada públicamente a través de voceros que utilizan estos mismos canales, como YouTube y Twitter, para dar a conocer la posición del partido y sus bases frente a temas como candidaturas, acuerdos nacionales y posturas que debiese tomar su bancada en el Congreso.
Si analizamos quiénes son estos voceros que funcionan como canal entre este “espacio público digital” y la ciudadanía encontramos dos nombres que se repiten constantemente, Giancarlo Barbagelata y Pedro Andrés Gubernatti, ambos declaran en sus biografías de Twitter ser expertos en marketing digital y al parecer son los responsables del éxito que ha tenido Parisi y su partido en canales de YouTube, por ejemplo, llegando a grandes masas de usuarios. Hago esta distinción entre usuario y persona, porque en el espacio digital realmente no tenemos certeza si las acciones detrás de un computador o celular provienen de un humano. Es por esto que teóricamente desde las comunicaciones hablamos de la “realidad distorsionada de las redes”.
Esta realidad distorsionada ha puesto en jaque al sistema democrático a nivel mundial, asunto que ha quedado en evidencia en las elecciones presidenciales de los últimos años en diferentes países como EEUU con Trump, El Salvador con Bukele, Brasil con Bolsonaro o Chile con la gran cantidad de votos que recibieron Parisi y José Antonio Kast. El factor común, campañas de difusión masiva de fake news o supuestas verdades a través de redes sociales y buscadores, acciones que finalmente terminaron por convencer a millones de personas que dieron su voto a estos candidatos. Hombres que son en esencia autoritarios y con discursos populistas.
Me detengo en la puesta en jaque del sistema democrático, porque es importante reflexionar sobre lo delicado y complejo que es validar esta supuesta “democracia digital”, un espacio habitado por organizaciones, figuras públicas y también por los llamados bots, grandes masas de falsos usuarios que logran posicionar tendencias y temas en la opinión pública. Esto último es un peligro para el sistema democrático reconocido a nivel global y que devela una de las grandes amenazas del siglo XXI, la instalación de posturas antidemocráticas en el poder que utilizan estas herramientas digitales para validar sus ideas en la ciudadanía.
El PDG sustenta acciones en esta “democracia digital”, utilizando herramientas del marketing en donde se busca posicionar un partido político como si fuese un producto, en donde clientes opinan, asisten a escuelas digitales y observan los programas que realizan sus líderes a través de distintas plataformas. Ahora bien, esto no los ha tenido exentos de problemas que son propios de la política y que no se resuelven en ese espacio público digital, es evidente la descoordinación que hay entre la bancada PDG en el Congreso y lo que hablan sus líderes digitales a través de las redes. Hay discusiones que son de índole política donde la democracia digital no es capaz de llegar, la conversación de pasillo, el acuerdo político. Esto ha generado discordancias entre estos dos aspectos y saca a la luz lo frágil que es esta forma de hacer política en donde se reniega de la ideología, se desconoce y no hay un acuerdo colectivo con respecto a la forma de actuar en la arena política.
Estas herramientas digitales contribuyen muy bien a la comunicación política, sirven a la necesidad de difundir información de interés público de forma rápida. Pero pensar que esta puede suplir una urna o acuerdos de índole político solo abre espacio para deslegitimar al sistema y sus instituciones, basado en una realidad que difícilmente podemos controlar y donde caben muchas manos “tras bambalinas”. Un espacio utilizado para manejar grandes masas de datos, modificar resultados, instalar fake news y opiniones que encarnan un peligro para las democracias del mundo.
¿Sabes quién maneja el software que recibió tu voto?
*Alonso Calderón Mery es cientista político, Social Media Manager.